miércoles, 28 de enero de 2015

De tí aprendió mi corazón...

¿Y quién me habrá convencido de que era mi derecho y a su vez el deber de alguien hacerme y coronarme como la princesa de un cuento infinito?
Quizás se trata de tantas muñecas barbies que me compraron en la infancia, o las novelas venezolanas y mexicanas que me embasuraron el cerebro al extremo de ampliar mis expectativas sentimentales  hasta linderos inalcanzables, quizás fue el haber leido a Wilde, Verne y a Alighieri antes de cumplir 13 años y devorarme a Hesse antes de llegar a los 20, con su Frau Frida, su Armanda, sus noches de Mozart y de Pablo tocando un Fox-Trot, no sé...
El hecho es que aún mi subconsciente se resiste a resignarse a que esto es la vida, a que esto es que te quieran, que te amen, a que así sabe que no te necesiten ni te admiren ni le quites el sueño a nadie (o al menos a quien muchas veces te
lo quitó a tí), pero aún así, hay un "te amo" que se lee y suena hueco como todo aquello que no se soporta, que no se fundamenta, que es un guiso sin sal, un café con leche con edulcorante sintético.
Y bueno, por hoy suspendo lo que pretendía ser una retahila de desahogo e hilvanada concreción literaria o pseudoartística, o al menos un ensayo de la misma. El alma y el espíritu no me dan para ser talentosa y el cuerpo no me da para emplear el tiempo en este espacio, debo reorientar la mirada, los dedos, el intelecto a seguir caminando en esta vida, que de vida no le veo tanto y a recibir con beneplácito el próximo "te amo" o "te quiero mucho" que por cumplido se exhala sin sabor y sin ánimo.




10 Mandamientos para salvar la tierra

1. Acabar con el sistema capitalista

2. Renunciar a las guerras

3. Un mundo sin imperialismo ni colonialismo

4. Derecho al agua

5. Desarrollo de energías limpias

6. Respeto a la madre tierra

7. Servicios básicos como derechos humanos

8. Combatir las desigualdades

9. Promover la diversidad de culturas y economías

10. Vivir bien, no vivir mejor a costa del otro