Ramón... cómo habré de escribirte algo que le cuadre al tamaño de lo que eres?
Sí. No diré de lo que eras, que la muerte no existe, que solo abandonaste ese lastre que se hizo lastre cuando no te sirvió para empinarte en la guerra de vivir a plenitud.
Fuiste esas noches y mañanas que me enseñaron la esperanza.
Me hiciste entender que las convicciones si se quedan en nosotros convicciones son.
Me dejaste las eternas ganas de ser profesora igual que tú.
Una noche me obligaste a bailar tango.
Me enseñaste a creer en mí como en mí solías tú creer.
Me acariciaste la panza y me dijiste: al crecer te lo llevas pa Cuba...
Ahora mi retoño te renueva Ramón que no en vano llegaste a endulzarme las ideas con tu mordaz ironía, y te renueva porque siembras la tierra con tu cuerpo cansado de luchas prometiendo volver repartido en el aire y en otras pieles, te renueva porque cesaste este andar y él lo inicia.
Anhelaré cada diciembre y enero las tertulias en tu casa, pero sé que te fuiste porque debes recargar baterías para retornar con nuevos fusiles de flores en la mano izquierda.
Yo, al igual que Carla tuve muchos profesores pero poquisimos también maestros Ramón, maestros como vos.
6 comentarios:
Clap!
clap!
Me encanta como escribes Maye
Lamento no haber podido comentar con anterioridad...pero ya ves, llegué en el momento justo para leer esta entrada.
No es lo mismo un profesor que un maestro, no lo sabré yo que tengo padres pedagogos
Te cuidas (Saludos a Santi)
bueno.... te has salido (significa inmejorable)... me ha encantado, si alguna vez existió, me da pena no haberlo conocido.
Diría Mauriac que la a muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
En todo caso no hay que mirar a la muerte con desprecio, sino como una bonificación con la que venimos desde que se nace, un premio otorgado para por fin dejar de ver como cada día el hombre se deshumaniza y enajena. Dichosos aquellos ojos que ya no tienen que ver la ceguera de otros.
Qué bueno que digáis esas cosas cuando un maestro os llena.Qué lindo.Es un homenaje que siempre hay que hacer.Esos maestros que hacen que se valore lo que uno aprende.Cuando alguien se quiere hacer maestro gracias a otro maestro,eso es una cosa maravillosa.Profesores hay muchos,maestros poquísimos.Suerte que encontraste ese tesoro.
No te tengo "abandoná" morena,vengo a verte pero no siempre escribo.Pero ésto que he leído me ha llegado al alma.No soy profesora pero de pequeña quería serlo.Sin embargo,tengo la suerte de conocer a más de uno como tú dices.Y son amigos muy preciados.Uno de ellos es biólogo,como tú.Un beso y otro para la hermosura de hijo que tienes,como su madre...
Como si de un pasillo repleto de luces y sonidos se tratara, inauguro huellas en tu portal binario para saludarte y para agradecer tu gesto hecho palabra, hecho caricia para seguir pensando a Ramón, el maestro y amigo.
Gracias por la valentía de asumir la poesía como diálogo posible, como diálogo que salva ante tanta oscurana que impertinente sobrevuela por doquiera que miremos.
Mi abrazo y mi amistad, mi blog y mis luchas se posan hoy como si de un "mariapalito" se tratáse para que más pronto que tarde podamos articular más asombros. Esta ciudad puerto se los merece!!!
Pendiente de los diálogos que seguro tejeremos.
Bello chamo por cierto, bello nombre.
Un abrazote con olor a luz.
Se le respeta amiga.
Cano
www.clorofilazul.blogspot.com
www.latidovisual.blogspot.com
buenas.felicitaciones por haber escrito eso, si hablas del profesor ramon acosta (taxidermista) de la Universidad de Zulia Q.E.P.D.
de ser asi, comparto el dolor ya que fue un gran guia y amigo en vida.
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