" Estoy un poco loco excúsame por agobiarte (...)Me veo tan sonso, me veo tan tonto, irme del pueblo a leer y vivir solo ..."
Fito Páez
Fito Páez
Sentada frente a un ordenador que ayuda a veces a que coordine mis pasos a seguir, a un lado la pared y al otro ese amado cuerpo cuya alma no sé a qué distancia esté de la cama, amado cuerpo que por horas enteras juega a ser cadáver, hopas enteras que le parecen minutos...
Sabemos agobiarnos mutuamente, solo que de maneras inversas, yo me elevo con presencia, con sueños, con dibujar palabras en su pecho y en el firmamento que me cubre, yo sueño con bandadas de palomas blancas y azules escapando de la cabeza de algún díscolo poeta que cuelga de un piso de oficina en escándalo, yo anhelo a diario noches de tasca, canciones nuevas, clásicos ignorados hasta ahora y,él; él es harina de un costal distante y distinto, a él mis palabras se le vuelven lluvia sobre cualquier techo, sus pasos sueñan irse lejos donde el roce de lo cotidiano se convierta en añoranza, mientras yo me imagino, la par, compartiendo un cuento o una copa, él necesita este ordenador para otro uso, él necesita la calle, para otros destinos, que nada tienen que ver con la tasca de mis querencias, ni con mil pájaros escapando de la jaula-cabeza del soñador de Serrano.
Pero, aún así, no puedo dejar de sentir por él lo que bien pude sentir por otro bohemio igual o más loco que yo, aún siendo la realidad de cruel como es (que, por dar un ejemplo, tengo casi 9 horas de reloj intentando y suspirando porque sus ojos me miren sin el esfuerzo del sueño), aún estando cercados por las realidades a veces infranqueables de nuestros ambientes internos, que suelen separar insondablemente nuestro proyectos de "futuro común", no puedo arrancarle a este terco corazón el ardor de mi alma al presentir la suya, la certeza de sacarme el corazón de cuajo si él lo necesita, las ganas de que, por muy utópico que sea, logra ser feliz por causa mía, no creo que tenga que ver el hecho de ser el padre de mi adorado retoño, aunque por eso también le adore tanto, creo que "la razón de mi sinrazón" tan solo estriba, en que su pecho fue el único nido donde mi corazón tan errante y dislocado alguna vez halló asidero.
Sabemos agobiarnos mutuamente, solo que de maneras inversas, yo me elevo con presencia, con sueños, con dibujar palabras en su pecho y en el firmamento que me cubre, yo sueño con bandadas de palomas blancas y azules escapando de la cabeza de algún díscolo poeta que cuelga de un piso de oficina en escándalo, yo anhelo a diario noches de tasca, canciones nuevas, clásicos ignorados hasta ahora y,él; él es harina de un costal distante y distinto, a él mis palabras se le vuelven lluvia sobre cualquier techo, sus pasos sueñan irse lejos donde el roce de lo cotidiano se convierta en añoranza, mientras yo me imagino, la par, compartiendo un cuento o una copa, él necesita este ordenador para otro uso, él necesita la calle, para otros destinos, que nada tienen que ver con la tasca de mis querencias, ni con mil pájaros escapando de la jaula-cabeza del soñador de Serrano.
Pero, aún así, no puedo dejar de sentir por él lo que bien pude sentir por otro bohemio igual o más loco que yo, aún siendo la realidad de cruel como es (que, por dar un ejemplo, tengo casi 9 horas de reloj intentando y suspirando porque sus ojos me miren sin el esfuerzo del sueño), aún estando cercados por las realidades a veces infranqueables de nuestros ambientes internos, que suelen separar insondablemente nuestro proyectos de "futuro común", no puedo arrancarle a este terco corazón el ardor de mi alma al presentir la suya, la certeza de sacarme el corazón de cuajo si él lo necesita, las ganas de que, por muy utópico que sea, logra ser feliz por causa mía, no creo que tenga que ver el hecho de ser el padre de mi adorado retoño, aunque por eso también le adore tanto, creo que "la razón de mi sinrazón" tan solo estriba, en que su pecho fue el único nido donde mi corazón tan errante y dislocado alguna vez halló asidero.
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