...
Las mil formas de prometer; una simple cita, una comida, un facvor, un dinero, una llamada, un mensaje de texto, un e-mail.
Es un mal que aparentemente le pertenece al fin del siglo pasado y a lo que va del presente: la falta de palabra.
Antes acá y creo que aún en muchas partes del oriente, una palabra empeñada vale un contrato. Ahora por estos lados occidentales y contemporáneos donde nos toca pisar qué fácil es decir: "ya voy para allá" para no llegar nunca y después, mirar a los ojos sin escrúpulos a la persona "burlada" en su 'buena fé'.
Ya me ha tocado no creer en nada, ni en horas pautadas, ni en días fijados (ni por escrito), ni qué decir de un: "te querré por siempre" como si el corazón fuese de acero inoxidable.... Sí, eso me ha tocado, pero qué bello a veces resulta creer, sentir que sí es verdad que la luna es de queso y contestarle a ese vagabundo que te desvela que te mata y que te engaña:
"Esperaré a que vayas por donde yo voy, a que tu alma me des como yo te la doy"
1 comentario:
Tienes que pedirle al que te prometa algo, que registre esa declaración ante un notario que la haga escritura pública xD
Publicar un comentario