El único tiempo es hoy

Todos los hechos.
Todas las horas.
Horas que siempre son presente.
Es hoy. Hoy cuando el hombre le da la razón y sustancia a su nombre. Fija su criterio. Siembra su convicción en tierra de dignidad.

¿Cómo pronunciar con palabras y voz lo insondable?
¿Cómo delinear nuestros labios con la palabra justicia?

El mundo nos pertenece

¿Qué hacer?
¿Cómo dar con el dardo de nuestro corazón en la diana de la verdad?

Quisiera bendecir con mis lágrimas las huellas de nuestros mártires.
Para así cristalizar su sacrificio.

Entonces, llegan las preguntas:
¿Cómo no gritar, andar, arder, besar?
Cómo no, si es hoy, el único día;
Hoy cuando la historia se despierta;
Hoy cuando nuestros muertos se elevan a la estatura de lo justo

Seis siglos igual.
Seis siglos con botas sobre nuestro rostro…
bota de septentrión, de oso siberiano;
garra de águila norteña, especialista en inmolar amantes corazones.

Seis siglos que para lo eterno del tiempo, no son seis segundos.
Por eso, el único tiempo es hoy.

¿Cómo decir aborígenes del mundo marchando en la reconquista de su vida, de sus por qués?

¿Cómo decir fuerza obrera, verdaderos poetas de manos callosas y noble corazón, cosechando esperanzas en oscuros zaguanes?

¿Cómo hablar de los pueblos del mundo todo, conquistando su espacio con organizado esfuerzo?

¿Cómo decir dignidad, justicia, equidad, conquista social, revolución; sin que se dibujen nuestros labios en el éter?

Y…¿Cómo no decir Venezuela?
…gallina de lo huevos de oro, oro negro, rosado y amarillo, gente de petróleo corriendo por sus venas, de incendio en el corazón, de palabra sustanciosa en la punta de las alas, cómo no decirlo, si su savia nutre la raíz de mi corazón.

¿Se podrá, luego de seis siglos, seguir malversando la vida?

• No hay pasado, más que en los indelebles recuerdos.
• No hay futuro, más que en la ambición de nuestros anhelos.
• Solo el hoy que respiras, ese que arde en el andar de tus pies, solo eso hay: solo este momento.

¿Se podrá hacer luego, luego otra cosa más que amar?

Toda la tierra es nuestra, nuestra la militancia, nuestro el combate, nuestros los motivos.

¿Cómo no afirmar que mañana es un mundo habitable?

¿Cómo no sembrar la semilla del hijo y del padre?
Cómo no, si ya somos cosecha

¿Cómo hablar, cómo decir, sin que nuestro aliento no perfume el aire?
Aquella anunciación, táctica y estrategia, verbo y sustantivo, cómo no decir: AMOR.


29/01/20006