Última obra de la poetisa antes de meterse en el mar para siempre
Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas,
tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera; una constelación, la que te guste; todas son buenas: bájala un poquito.
Déjame sola:
oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que olvides... Gracias. Ah, un encargo: si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido...
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