No mirar hacia atrás por saber que en el pasado poco nada hay que buscar porque no existe, igual que el futuro, igual que el destino, igual que la palabra de un Dios de venganza y castigo. No volver el rostro a un abismo que de tan insondable no es nada: no es tal.
Tú: niño, eres mi vástago, continuación, perpetuidad, razón de vivir con un corazón latiendo.
Tú: hombre, eres mi nudo en la garganta, mi exaltación, mis ganas, mi empeño en el disfrute de cada segundo.
Tú: mundo, eres la razón de mi risa y dolores, mi hogar y mi gente, mi decisión de escoger el amor frente al egoísmo, el estoicismo ante la mezquindad, la pureza del querer sin esperar dádiva alguna.
Por eso oigo a Fito y repito: ahí voy: llegando a ningún lugar. Pero agrego yo, que donde quiera que se encuentren mis huesos estarán intentando aportar: algún verso, palabra, mano hermana, amor...
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