Joaquín Sabina
Ella te gusta...
Sus ocurrencias, sus anécdotas, su decir dicharachero, su fé en la vida, su paso sonoro por donde pisa y pasa; su risa a prueba de ajenas amarguras.
La piensas y la admiras...
Te la imaginas desnuda por una noche y te la imaginas de tu mano por una vida, luego evades y sigues.
Ella te asusta...
Puede representarte el fin de tu paz, la amenaza de tu equilibrio, o el eje de un doloroso desprecio por lo no recíproco, por el temido "no va más" que se anticipa a cualquier anhelo.
Luego se te olvida; ignoras que existe, finges olvidarla ante tu espejo matutino y sigue tu rutina, el día a día: lo ordinario.
Ella jamás será ordinaria, ni corriente, ni frívola, pero jamás será tuya porque en tanta esencia la posesión no aplica.
Ella jamás será tonta, ni básica, ni será inoportuna,
ni estará de más; pero tampoco será para estar a tu lado: porque jamás te atreviste a abordarla.
Hoy volvió a suspirar en comunión con su soledad mientras lo "regular" de tu existencia te arropa y te carcome: tú te lo pierdes...
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