“…caminos que nos
tocan, propicios para el heroísmo más completo, o para guardarnos como
cautelosos erizos…”
Víctor Valera Mora
A Ana Cristina, por el heroísmo de
levantarse de la cama, bajarse del avión, lavarse el rostro, caminar aunque el
sol no favorezca.
No se equivocaba la Negra cuando cantaba
que el sol volverá y que la flor siempre crece con el agua.
Tantos años entre libros de ciencia me
otorgan la certeza de que si hay un Creador, este no traiciona jamás sus
propias leyes; y que así como con toda seguridad el anochecer precede al alba,
así sé, así creo (y con eso basta, como diría Fito), que todo cuanto cosechan
nuestras manos, es siembra propia y nada más.
Pero hay días de días…
Días en los que el religioso reniega y
descree.
Días en los que el poeta, profesor y amante
dice querer: “soltar todo y largarse”
Días en los que la señora de a pie ya no le
ve sentido a que la casa esté limpia.
Días en los que abrir los ojos en la mañana
puede resultar amenazante.
Días en los que el miedo nos hace su presa
y hacemos leña con todo y la palma todo por el humano intento de haberle dado
hachazos al dolor sin alcanzar tocarlo…
Días de nudo en la garganta y lágrima
oculta al mirar atrás; días en los que deseas pasarle borrador al ayer más
próximo y más lejano; que nadie te conozca ni recuerde; ganas absurdas de
iniciar de cero una historia más lúcida y con mejor pronóstico.
Por eso, en días como esos, en días como el
de hoy: puede todo saber insípido, irrisoriamente fluctuante, absurdamente
injusto y enrevesado, pero ni el nubarrón de este cielo de hoy habrá de
arrebatarle el sentido a mi canto bajo el sol, a la esperanza lógica de que
puedo labrarme un camino menos espinoso, porque ciertamente: la esperanza es
una memoria que desea: eso es verdad…
María Mayela García G.
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