Una noche, llegando de una fiesta infantil
que (como cosa rara) culminó a las once de la noche, se me dio por luchar
contra el insomnio sintonizando un canal nacional que en “Cine C”, proyecta
normalmente buenos y extraviados filmes, se me presenta ante los ojos
(ignorancia crasa que a veces se transfigura en salvaje inocencia) una artista
que, felizmente no se perdió en el tiempo, por lo desafiante de su vida y lo
brillante de su obra: María Teresa de las Mercedes Wilms Montt. Y he de admitir que TODO
de su ser me impresionó, y lamentablemente (dado su suicidio antes de sus 30 años),
me identificó sobremanera: su rebeldía, relación con poetas y bohemios de Suramérica
y Europa, el dolor de ser madre en el contexto que lo fue y pienso que quizás,
pese a las escaladas sociales que hemos logrado a través de los años, con uñas
y dientes, con lágrimas y sangre, quizás, repito no sea tan distinto el summun
de dolores
que el hecho de ser mujer nos hace atravesar a estas alturas del año 2013 en el
calendario gregoriano.
Por eso a mis hermanas, amigas del alma,
primas, madre, tías, abuelas y todas mis congéneres de hoy, ayer y de anteayer,
les dedico desde mi corazón de reciente treintañera y a la salud de ese 15 de
septiembre en que llegue al mundo asumiendo la valentía de ser mujer
latinoamericana abonada al arte y a la ciencia. Estas líneas, que como botón de
muestra expresó tan hermosamente Teresa Willms en una época en la que ser mujer
le costó la vida antes incluso de morir realmente:
“Soy Teresa Wilms Montt… y aunque
nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también
tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo
sabes mejor que nadie.
Viví intensamente cada respiro y cada instante de
mi vida.
Destilé mujer.
Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.
Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.
Cuando me dejaron sola, di compañía.
Cuando quisieron matarme, di vida.
Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.
Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.
Cuando trataron de callarme, grité.
Cuando me golpearon, contesté.
Fui crucificada, muerta y sepultada por mi familia
y la sociedad.
Nací cien años antes que tú y sin embargo te veo
igual a mí.
Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para
señoritas".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario