martes, 4 de marzo de 2014

Aporte de una camarada maracaibera


“Paciencia y más paciencia, conciencia y más conciencia, constancia y más constancia para tener Patria” Hugo Rafael Chávez Frías

A la Conferencia Nacional de Paz: Imaginemos.
“Imagine there's no Heaven/ Imagina que no hay paraíso,
It's easy if you try/ Es fácil si lo intentas
And no Hell below us/ Ningún infierno debajo de nosotros,
Above us only sky/ Arriba de nosotros, solamente cielo,
Imagine all the people/ Imagina a toda la gente    
Living for today/  Viviendo al día...  
John Lennon. 1971

Imaginemos qué pasaría si invertimos la forma de expresar nuestras diferencias:
Si se convierte la protesta en un acto constructivo?
Si en vez de quemar lo que les sobra -muchas veces en buen estado- a esas familias que viven en urbanizaciones de clases media y acomodada, más bien organizamos masivas donaciones a quienes les hace falta en los barrios más desfavorecidos?
Que pasaría si en vez de quemar árboles y parques nacionales, protestan con jornadas voluntarias de arborización, donde en vez de gasolina y fósforos, donen semillas y manos a la obra? Acaso en vez de enfermar a nuestros vecinos y a nosotros mismos, no estaríamos sembrando para mañana un aire más puro que cosecharían nuestros hijos? Cuántos espacios de recreación y contacto con la naturaleza ganaríamos, y qué ciudades tan hermosas tendríamos, en clara resistencia a la deshumanización del concreto! un acto legítimo de resistencia por la vida de nuestra especie!
Que tal si en vez de trancar calles y dificultar que otros venezolanos lleguen a tiempo a sus trabajos y multiplicar las excusas para la impuntualidad, nos abocáramos todos a dar ejemplo de mejor ciudadanía, a procurar salir a tiempo para llegar puntuales a nuestras jornadas y todos colocáramos empeño en rendir con la mayor de las dedicaciones en nuestras labores? No tendríamos usuarios mejor atendidos? No ganaríamos padres que mejoren su eficiencia en sus sitios de trabajo, que no lleven trabajo al hogar y que ganen ese tiempo para compartir con sus hijos y educarlos? Esos hijos e hijas criados con más amor, que serán los hombres y mujeres de mañana…
Si en vez de atravesar alambres que degollan a otros venezolanos, organizáramos voluntariados con los jóvenes de los colegios y liceos para que -al menos una vez en su escolaridad- conozcan cómo se emplea ese mismo alambre en los campos donde se siembran los alimentos que surten a las ciudades?
Si en vez de quemar y rayar paredes, no nos unimos a rescatar los espacios comunes que por ser de todos y no ser de nadie, terminan a la espera de alguien que se ocupe, que no llega y mientras tanto van acumulando deterioro y tristeza? De ese interactuar con el vecino, que nos obliga a conocerlo más allá del nombre, no tendríamos acaso urbanizaciones con más calidez humana y solidaridad, y barrios más bonitos, ordenados y organizados?
Es muy descabellado pensar acaso, que como cyberactivistas de una causa u otra, en vez de replicar imágenes falsas o fuera de contexto, cadenas y mensajes que solo causan zozobra, que incitan al  odio, nos tomáramos la real molestia de verificar las fuentes, de leer los contextos, la intencionalidad, de ir más allá de lo aparentemente “evidente”? Es muy difícil buscar nuestra verdad y no convertirnos en irresponsables replicadores de “verdades” dudosas provenientes de “usuarios de las redes” que ni siquiera conocemos? Si esos megabytes de información los usáramos igual de impulsivamente para hablarle al mundo de las maravillas de Venezuela? De la grandeza de nuestros tepuyes, de la calidez del venezolano, del buen humor de nuestra gente, de lo geniales que son los crepúsculos de Barquisimeto, del orgullo que sentimos de nuestro cacao, de la riqueza de nuestra cultura Caribe y mestiza? De los viejitos pensionados, de los miles y miles que aprendieron a leer y a escribir, de los que recuperaron la visión, de los que hoy se ríen sin pena, de las madres y padres que hoy se gradúan, de los que tienen casa digna, de los chamos y sus canaimitas, de nuestro sistema de orquestas…?
 Si en vez de insultarnos y negarnos mutuamente, nos dedicáramos a respetarnos, sin epítetos ni calificativos despectivos? Cuántas cosas en común tenemos con los otros que nos darían gozo y crecimiento mutuo, a las que nos negamos y que nunca disfrutaremos, a causa de los velos impuestos y autoimpuestos, a los que nos resignamos sin resistencia?
Si la empresa privada en vez de acaparar y especular, se dedicara a abarrotar el mercado de productos hechos en Venezuela y optimizara sus procesos, hiciera de sus empleados un grupo de gente permanentemente motivada, sincerara sus ganancias y se volviese intransigente en su excelencia y calidad, obligando a demostrar las ventajas comparativas de la producción nacional frente a la importación? No estaríamos acaso moviendo un poco la palanca que tanto necesita este país para echar a andar la necesaria industria nacional?
Que tal si desde el gobierno, nos esforzamos en superar las buenas intenciones y nos obligamos a hacer permanentes las cosas que realmente funcionan más allá de las coyunturas, a cambiar las obsoletas, a dejar de lado a los intocables y pasamos del compromiso a la acción en materia de corrupción, si nos volvemos irreductibles en el deber de exigir a todos y cada uno de nuestros funcionarios, empezando por los más altos, ser ejemplo y testimonio de vida de los valores socialistas que predicamos?
Qué pasaría si por un momento nos comprometemos TODOS? a transformar destrucción en creación y belleza; odio en amor; agresión en tolerancia; negación del otro en aceptación propia y reconocimiento del otro, de su derecho a pensar distinto, del equilibrio que solo es posible a partir de la existencia de un contrario?
Hermano opositor: Y si el reto a un gobierno que no te gusta es  demostrar que tú, tus líderes, tu opción, tu “camino”, organizados todos, construyen más y mejor, son mejores  ciudadanos, son más eficientes, más honestos, más solidarios, más humanos? reconociendo y respetando las leyes de nuestro país, sin llamados a intervenciones extranjeras absurdas que nadie puede desear.
Camaradas de la Revolución: Y si asumimos el reto de demostrar que nosotros, y nuestros líderes, nuestro proyecto socialista, organizados todos, construimos más y mejor, somos mejores ciudadanos, somos más eficientes, más honestos, más solidarios, más humanos? Reconociendo, respetando y haciendo cumplir las leyes de nuestro país, defendiendo siempre nuestra Soberanía.
Finalmente, es una invitación:
A pasar a medirnos en una escala que apunte del 18 al 20, en lugar de conformarnos con ver quien saca mejor nota en reparación...
A comprometernos a empezar el ejercicio por nosotros mismos, a reconocer que no somos perfectos, aceptar nuestros errores y debilidades, a ser perseverantes para superarnos…
Es una invitación a intentar ser mejores todos, a la reflexión y a la acción. A hacernos responsables cada uno de lo que nos corresponde, de lo que ha sucedido hasta ahora asumiendo el perdón sin excluir la aplicación de la debida e imperiosa justicia; y de lo que está por venir que incluye los compromisos para la Paz Nacional, asumiendo que nuestra cuota empieza con la paz que debe asentarse primero en cada uno de nosotros.
Podrán estar en acuerdo y en desacuerdo con lo aquí planteado, es su derecho, más sin embargo, si aún después de reflexionar a solas y con sinceridad, Ud. se siente libre de pecado, salga y en vez de colaborar con la paz lance la primera piedra.

…“You may say that I'm a dreamer/ Tu puedes decir que soy un soñador,
But I'm not the only one/  Pero no soy el único
I hope someday you will join us/ Espero que algún día te nos unas,  
And the world will be as one/ Y el mundo vivirá como uno solo”.
John Lennon. 1971

Jacqueline Montes

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10 Mandamientos para salvar la tierra

1. Acabar con el sistema capitalista

2. Renunciar a las guerras

3. Un mundo sin imperialismo ni colonialismo

4. Derecho al agua

5. Desarrollo de energías limpias

6. Respeto a la madre tierra

7. Servicios básicos como derechos humanos

8. Combatir las desigualdades

9. Promover la diversidad de culturas y economías

10. Vivir bien, no vivir mejor a costa del otro