miércoles, 5 de marzo de 2014

Cómo Conmemorarte HUGO CHÁVEZ




Nuestra cultura occidental y, para más, caribeña, nos impone desde mucho antes del vientre materno el apego sentimental a personas y cosas. De ahí nuestra percepción y actitud hacia la muerte, porque ésta implica precisamente: separación, desapego. De ahí la fatalidad de que se nos mueran nuestros padres, (“Dios guarde”) los hijos, y demás gama de seres queridos a los que estamos acostumbrados a ver y con los que (también por secuelas culturales) nos acostumbramos a convivir.
Pero en medio de esa realidad, contrasta, sobre todo en Suramérica, que nuestra relación con los dirigentes políticos nunca ha sido nada parecido, ni al nexo que tenemos con nuestra familia y amigos, por más que religiosamente votemos por aquellos; ni mucho menos los vemos como ciertos pueblos admiran y veneran a sus monarcas. Quizás porque tanta colonización nos acostumbró a que la autoridad no se merezca nuestro amor, quizás porque el comportamiento de ciertos “personeros” políticos no ha sido para con sus pueblos precisamente de la forma que mejor se haga ganarse su afecto. Pero en fin, ha sido así.
Ahora bien, así como hay generaciones que pasan por alto ser valientes o virtuosas, así mismo, hay extraordinarios seres que nacen cada tantas décadas y… Caramba, tienen la peculiaridad de no poder pasar desapercibidos por ninguna parte; tienen la estrella de no poder dejar de ser o amados u odiados hasta lo más en hondo (en cualquiera de ambos casos), y a este tenor, algunas generaciones tienen la fortuna o la desgracia, según sea su elección y convicción, de haber conocido a un ser como esos. De haber vivido cuando ese ser nació y actuó y caminó y habló…
Así lo ví, desde mis 14 años, en los que deseé como nunca tener 18 para poder votarle, para poder ser parte más protagónica de esta epopeya; pero no fue sino hasta el 2004 cuando yo también le dije NO al retorno, para luego darme cuenta que tuve la razón, y me dí cuenta  a través de misiones que hacen de inteligentes albañiles útiles licenciados, abuelos lectores y pensionados que antes eran viejitos abandonados y analfabetas; escolares con canaimitas a niños indigentes y tantas y tantas y tantas realidades que harían inmensamente largas estas líneas y que desviarían lo personal de mi humilde relato.
Igualmente, no fue sino hasta el 2003 (primero un 14 de febrero en Maracaibo, luego en Caracas un 13 de abril ya conmemorativo) que lo ví y no sentí las horas que tuve llevando sol ni en ayunas, porque su voz lo cubría todo, porque su ser irradiaba lo que solo lo sabrá quien le haya tenido cerca. Qué inocente y que ignorante era yo para aquellos felices momentos de que 10 años más tarde estaría viendo a su guardia de honor llorar desgarradoramente desde la tarde de un 5 de marzo en los pasillos de su amado Hospital Militar… Qué me imaginaría yo que me tocaría esperar que prepararan su cadáver y ver pasar su féretro tan cerca de mí, que el olor a flores me daba contra el piso, que mis piernas eran de algodón…
Yo, al igual que mi amada Ana no quería escribir para no aceptar esto que jamás se me irá de entre el pecho y la espalda, esto que me golpea las sienes y no me deja pasar un solo día sin dedicarle una lágrima.
Pero el jueves pasado  le ví otra vez: te ví Comandante entre los motorizados de las UBCH y los Colectivos, te ví en las caras llenas de candidez y fuerza de la JPSUV y la JCV, te ví en los nudillos de los ancianos que aplaudían al oir tu nombre, te ví por cada sombra humana que vislumbré en el Calvario, en San Martín, te ví en esas franelas rojas y esos camuflajes verdes que en el 2002 no te dejaron morir y que desde ese 5 de marzo te hicieron millones: te hicieron eterno.
Amado Padre, Hermano, Camarada, Amigo y Comandante: Invicto Presidente, Eterno Líder y Supremo entre los humildes: GRACIAS POR DARME EL ORGULLO DE SER VENEZOLANA SOCIALISTA Y CHAVISTA, GRACIAS POR DEVOLVERME LA PATRIA EN MIS AÑOS MÁS TIERNOS Y ACTIVOS, GRACIAS POR DEJARME CON TU LEGADO  EL MÁS HERMOSO EJEMPLO: QUE EL QUE NO VIVE PARA SERVIR NO SIRVE PARA VIVIR. GRACIAS POR CONFIRMARME DIA A DIA QUE LA GUITARRA DE ALÍ Y LA DE SILVIO NO SE EQUIVOCAN CUANDO CANTAN: los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos y: nadie se va a morir, menos ahora que el canto de la patria es nuestro canto.
Te amo Comandante mío, siempre lo diré en presente: ¡NO ES UN ADIÓS! SI JAMÁS TE ME HAS IDO..
María Mayela García

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10 Mandamientos para salvar la tierra

1. Acabar con el sistema capitalista

2. Renunciar a las guerras

3. Un mundo sin imperialismo ni colonialismo

4. Derecho al agua

5. Desarrollo de energías limpias

6. Respeto a la madre tierra

7. Servicios básicos como derechos humanos

8. Combatir las desigualdades

9. Promover la diversidad de culturas y economías

10. Vivir bien, no vivir mejor a costa del otro